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Acerca del origen de Medusa. Una mirada psicoanalítica.

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Por Mauricio Ortega 


Agradezco a la psicoanalista Carmen Oliveros, 
pues un breve intercambio de ideas inspiró este artículo.


La mujer de cabellos venenosos y petrificantes ojos es una de las criaturas más reconocidas de la mitología; causa fascinación e interés a la mayoría de las personas que de alguna manera conocen de su naturaleza a través de lo que los mitos dicen de ella. El mismo Freud no pudo resistirse a la tentación de escribir acerca de ella en La cabeza de Medusa (1922), ahí, el gran psicoanalista relaciona los elementos de su decapitación, su mirada petrificante y los cabellos de serpiente con la vivencia terrorífica y paralizante que tiene el niño al ver los genitales de la madre, pues eso lo enfrentaría a la posibilidad de la castración (decapitación). 

Los cabellos de serpiente tendrían relación con un mecanismo de defensa para enfrentar ese horror; la desmentida. 

De forma muy simplificada, en la desmentida, la mente se separa, una parte toma nota de algo angustiante, mientras que la otra lo niega, ambas partes coexisten en el psiquismo y así el sujeto no termina de asumir; el niño percibe a la madre castrada (decapitación), y para negarlo supone que el clítoris es un pene pero pequeño (cabellos de serpiente equiparados al pene), por lo tanto; sí, Medusa está castrada, pero no, porque sigue teniendo penes. 

Freud analiza las características fantásticas de la criatura y su muerte a manos de Perseo, seguramente en ese momento estaba muy interesado en la angustia de castración y sus efectos, lo que hizo que dejara de lado otros aspectos de los mitos que envuelven a la gorgona. Aquí expondré algunas ideas respecto el mito de su origen.

De forma general, y conforme la mayoría de las versiones del mito lo señalan, Medusa era hija de Forcis y Seto, sus hermanas eran Esteno y Euríale. Medusa no nació como una criatura horrenda sino como una mujer muy hermosa y benévola. 

Con el tiempo Medusa llegó a venerar a Atenea, la diosa virgen de la guerra justa y la sabiduría, se desempeñó como sacerdotisa en uno de los templos de la Diosa, es importante señalar que para poder hacerlo Medusa y cualquier otra mujer debía conservar su castidad.

Perseo sujetando la cabeza de Medusa
Ahora, en esas circunstancias entra en escena Poseidón, dios de los mares quien, ya sea porque quedó deslumbrado por la belleza de la joven o porque quería obrar mal en contra de Atenea con quien ya tenía una rivalidad, se decide a sostener relaciones sexuales con Medusa. Medusa lo rechaza y el dios, llevado por la pasión y el deseo no desiste. Medusa en su desesperación corre hasta el templo de su venerada diosa Atenea, ahí mismo Poseidón la alcanza y la viola.

Atenea, la diosa virgen, esta cegada por la furia y la vergüenza pues un suceso así dentro de su templo implica una gran mofa y deshonra. Atenea castiga a Medusa convirtiéndola en el terrible ser que todos conocemos. Medusa, quién nunca obro mal y sólo trataba de llevar una vida acorde a lo que su idolatrada diosa dictaminaba, claramente no es más que una víctima, pero… ¿víctima de qué, exactamente?

Me parce entendible que la mayoría de las personas actualmente haga uso del mito del origen de Medusa para rectificar su implacable ideología o, en el mejor de los casos, para denunciar una actitud social ante un particular tipo de agravio al que muchas mujeres se han enfrentado a lo largo de la historia. Por mi parte creo vislumbrar algo más, algo que no tiene que ver con un tema social ni de género.

Me gustaría antes, citar uno de los significados de mito que aparece en la RAE: Historia ficticia o personaje literario o artístico que encarna algún aspecto universal de la condición humana. Creo que el maltrato a las mujeres no es un aspecto universal de la humanidad, por otro lado, si creo que una tendencia a no querer ver y asimilar una verdad angustiante está presente en todas las personas. Creo que Freud toca este aspecto universal de la humanidad al analizar parte del mito de Medusa, todos tenemos cierta renuencia a asumir nuestras limitaciones; la castración.

Pallas Athena
Rembrandt
Yo creo que el origen de Medusa da cuenta, principalmente, de nuestra vida psíquica. Para compartir mis pensamientos tengo que hablar de cómo Freud llegó a concebir la psique y su funcionamiento; él planteó que la mente y la personalidad están compuesta por tres instancias psíquicas y su interacción: el yo, el ello y el superyó. 

El ello es el reservorio de las pulsiones, de ahí la mente obtiene toda su energía psíquica, el ello es radical, demandante, devastador, lleno de pasiones y deseos. Bien podría compararse con el océano; origen de fuerzas naturales abrumadoras encarnadas en tormentas, tornados y tsunamis.

El yo surge del ello y se encarga de satisfacer las demandas del ello, del superyó y de la realidad externa a la psique. El yo funciona a partir del principio de realidad, es el que busca tener control sobre nuestras acciones e implementa mecanismos de defensa, entre otras funciones. Lo más importante en este momento es entender que el yo, como dice Freud: “no es amo en su propia casa” -¿así como alguien sexualmente ultrajado deja de ser amo de su propio cuerpo?- tiene que tratar de satisfacer al ello sin que éste se le escape de su control y al mismo tiempo tratar de seguir los ideales que el superyó le dicta para no ser cruelmente castigado.

Por último, el superyó es una instancia moral, indica lo que es bueno y malo, lo que se debería hacer o no, y contiene las aspiraciones e ideales del sujeto, funciona dentro de nuestra mente de la misma manera en la que los padres y los dioses nos indican el camino a seguir y nos castiga de la misma manera en la que los otros dos lo harían.

La historia del origen de Medusa nos muestra, metafóricamente, una escena psíquica muy común, es decir, aquellos momentos en lo que el yo (Medusa) se ve superado y dominado por los afectos y pulsiones provenientes del ello (Poseidón) para inmediatamente ser cruel y ciegamente reprendido por el superyó (Atenea). Creo que el yo bien podría verse a sí mismo como víctima frente a dos deidades, pues el superyó puede ser tan sádico, demandante e imponente como lo es el mismo ello.

Si acaso no quedara muy clara la exposición de mis ideas acudiré a una situación de la vida cotidiana para ejemplificarlo mejor: una persona se encuentra en un régimen estricto de dieta (autocontrol logrado por el yo) para poseer un cuerpo con características particulares e “ideales” (ideales alojados en el superyó), entonces un día no puede resistir la tentación y se come una gran rebanada de pastel (el yo desbordado por el deseo), lo que hará al día siguiente, llena de remordimiento, es correr por horas (sádicamente) en el gimnasio para quemar las calorías. 




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