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Un tercer modo de funcionamiento psíquico

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Por Mauricio Ortega 

En el ámbito psicoanalítico es común describir cómo es que la mente funciona, sabemos que la mente no es homogénea ni estática, por lo que la forma en la que esta funciona cambiará dependiendo “del momento y de la parte de la mente que se esté mirando”. Freud describió, dos tipos de funcionamiento, complementarios pero teóricamente opuestos; llamó a esas formas de funcionamiento: proceso primario y proceso secundario.



De forma simplificada, el proceso primario hace referencia a cómo se relacionan la energía y las representaciones en el inconsciente (primera tópica) y las pulsiones en el ello (segunda tópica). Un ejemplo de proceso primario por excelencia es el sueño: ahí están un montón de elementos, aparentemente sin sentido, en donde la energía psíquica fluye libremente, donde las representaciones están regidas por los mecanismos de desplazamiento y condensación. 

Todo parece caótico en la mente, la energía y las representaciones tienen muy poca estabilidad y fijación, el principio de placer domina.

El proceso secundario se relaciona a la instancia del yo (segunda tópica) y a varias de sus funciones como: la atención, el juicio, el razonamiento, la toma de decisiones y el tipo de lógica que tenemos al estar despiertos. Proceso regido por el principio de realidad, presente en lo preconsciente y lo consciente (primera tópica), la energía psíquica es más estable y ligada a las representaciones. En un principio de la vida sólo existe el proceso primario; poco a poco el proceso secundario se hará presente, ambos coexistiendo de forma permanente.

Ilustración de Jon MacNair

La mayoría de los analistas aceptan ambas formas de funcionamiento psíquico sin repensarlas de forma creativa. Por supuesto que existen otros que proponen modificaciones a esas concepciones o hasta proponen agregar otro tipo de funcionamiento más. Piera Aulagnier es una de ellas. Psicoanalista poslacaniana, con una vasta experiencia con pacientes psicóticos, se vio en la necesidad de agregar algunas nociones a las propuestas antes mencionadas y a teorizar sobre un tipo de funcionamiento presente aun antes del proceso primario; lo llamó proceso originario.

Para Aulagnier la función de la mente es la de representar, función que comparten los procesos originario, primario y secundario. El representar permite metabolizar psíquicamente cualquier información o experiencia de la vida y hacerla parte de nuestra psique. Representar permite hacer de lo vivido, algo aprehensible y manejable para la psique.

La capacidad del proceso originario está presente desde el nacimiento, se activa en el momento del encuentro sensorial entre la boca del bebé y el pecho de la madre, el encuentro entre un órgano sensorial y un objeto que lo estimule. 

Ilustración de Natalia Rak

Aunado a este encuentro el bebé se encontrará con un afecto, ya sea placentero o displacentero, por ejemplo si el pecho calma su hambre o si ese mismo pecho causa molestia por alguna razón; por ejemplo si el bebé tal vez comenzó a ahogarse con la leche. Este encuentro va a demandarle a esa psique primordial un trabajo de representación para poder aprehender esa experiencia del encuentro. 

Lo originario, lo primario y lo secundario crearan un tipo de representación particular, pues lo que cada uno representa es distinto, en lo que refiere a lo originario se creará un pictograma. 

El pictograma contiene la representación de un objeto-zona complementaria, que es una unidad conformada por la boca y el pecho. Hay que aclarar que en lo originario no existe la noción de yo, otro, real, interior o exterior, lo que existe es el postulado del auto-engendramiento, lo que implica que esta unidad (objeto-zona complementaria) es vivida no como “mi boca y su pecho” sino como una especie de imagen corporal surgida de la propia psique (o de la propia zona erógena ya que la psique y el cuerpo están íntimamente entrelazados en ese momento de la vida) con la capacidad de causar placer o displacer.

Ilustración de Paulo Zerbato

Lo originario se encuentra bajo la ley del “todo o nada”. Si el encuentro se vive predominantemente con placer, el pictograma tendrá una carga cualitativa de unión, entre los elementos de la unidad que conforman el objeto-zona complementaria y entre la psique y el pictograma mismo. Esto lleva a la psique a investir a la boca, al pecho, la leche, la función alimenticia de la madre y a la misma actividad representativa. Estas investiduras por supuesto son necesarias para el adecuado desarrollo psíquico. Por el contrario, si predomina el displacer, el pictograma tendrá una cualidad de rechazo, lo cual lleva a la desintegración y rechazo del objeto-zona complementario, del pictograma, y en casos extremos, al predominar las experiencias displacenteras (tanto del bebé como de la madre), Tánatos, la pulsión de muerte, el deseo de no deseo, buscará anular la misma capacidad de representar en la psique. 

El triunfo de Tánatos es una de las condiciones necesarias para la posterior estructuración de una potencialidad psicótica.

Lo originario no es lo inconsciente ni es el ello, es algo más primordial, asienta las bases para el proceso primario y sus productos (el pictograma) jamás podrán alcanzar una ilación al proceso secundario.

Bibliografía
-Henrique Guilherme (2018), The psychoanalytic contributions of Piera Aulagnier to the Freudian legacy, Global South Press.
-Laplanche, Pontalis (1996), Diccionario de psicoanálisis, Paidós.
-Patrick Miller (2015), Piera Aulagnier, una introducción: algunos aspectos de su vida intelectual, International Journal of psychoanalysis, 1(5)1599-1618.
-P. Aulagnier (2007), La violencia de la interpretación, Amorrortu.

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