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Dos particulares tipos de angustia

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Por Mauricio Ortega 

En la práctica clínica, nos encontramos con que cada uno de los pacientes con los que trabajamos padecen distintos tipos de angustia que tendrán que enfrentar, tolerar y comprender como parte natural del proceso psicoanalítico. 

Para Freud la angustia es, en general, un afecto desagradable, la concepción de su origen y naturaleza, sin embargo, se fue modificando a lo largo de los años.

En un principio Freud veía a la angustia como resultado de una tensión libidinal que no era satisfecha, y quedando ésta como una especie de residuo acumulado, se transformaba en angustia; comparaba, por ejemplo, el jadeo y las palpitaciones de una persona angustiada con las reacciones corporales durante el acto sexual. Después de un tiempo comenzó a resaltar la relación de la angustia con la percepción de una amenaza, ya sea realista como el ser atacado por una bestia, o neurótica, en donde la amenaza proviene del interior de la psique misma (una amenaza o exigencia pulsional).


Aún más adelante hablará de la angustia traumática y la angustia señal. A la primera la relaciona con una situación traumática en donde la psique no puede elaborar las excitaciones tanto internas como externas, cayendo en una situación de desvalimiento. Con la angustia señal se refiere a la posibilidad que tiene la instancia psíquica del yo para prever una situación de angustia con el potencial de alcanzar niveles traumáticos, mandando así una ligera carga de angustia que advierta a la psique y le posibilite actuar en consecuencia para evitarla.

Para Freud, en general, existe la angustia originada por: el trauma de nacimiento, la pérdida del objeto, la castración, la pérdida del amor del objeto y la pérdida del amor del superyó.

Freud trabajó principalmente con estructuras neuróticas, como la histeria, la neurosis obsesiva o la fobia en donde pudo encontrar los tipos de angustia antes mencionadas, sin embargo, conforme las investigaciones psicoanalíticas avanzaban, se descubrían otros tipos de estructuras psíquicas en donde la posibilidad de hacer uso de una angustia señal se reducía, además de encontrar en esas estructuras otros tipos de angustia más amenazantes para la integridad del psiquismo de las que Freud describió.


En la práctica clínica con estructuras no neuróticas he encontrado de invaluable utilidad los desarrollos teóricos de André Green respecto a las angustias de intrusión y las angustias de abandono. Green piensa, al igual que otros analistas como Bion, que es de vital importancia para el desarrollo de la psique la posibilidad del infante de representar la ausencia de la madre. Es decir, en los primeros momentos de vida el niño tendrá que lograr la tarea de tener una representación psíquica de la madre dentro de su mente por medio de momentos alternantes y equilibrados de presencia-ausencia de la misma. A través de una representación de la figura materna el infante podrá tener pensamientos, entendidos no como un producto cognitivo sino como un producto de elaboración psíquica más compleja y esencial. 

Los pensamientos y las representaciones psíquicas son a la mente lo que la metabolización es al cuerpo.

Cuando el infante tiene la vivencia (real o subjetiva) de tener a un objeto madre incapaz de separarse de su hijo, imposibilitada para darle espacio o un libre desarrollo de su subjetividad, creando un vínculo fusional primitivo sin posibilidad de separación, o, por el contrario, la vivencia de una madre que proporcionaba pocos momentos de fusión psíquica con ella, aunado a ausencias prolongadas y recurrentes, se asientan las bases de estos particulares tipos de angustias, ambas situaciones impiden el proceso de representación psíquica.


Las angustias de intrusión implican que cuando el objeto se encuentra cerca (temporal, física o afectivamente) del sujeto, éste último vivirá esa cercanía como un peligro en donde la amenaza consiste en la sensación de que el objeto se tornará intrusivo, invasor y colonizador para con su psiquismo, el sujeto sentirá el riesgo de perder su identidad por una alienación masiva bajo la psique del objeto, se perderá a sí mismo junto con su cohesión narcisista. Toma la noción de impinging de Winnicott para desarrollar sus postulados. Green piensa que existe al mismo tiempo un deseo inconsciente del sujeto de que el objeto lo invada, quedando así reducido a una pasividad total como la de un bebé. 

Podemos ver esta clase de angustias cuando una persona se siente fácilmente “asfixiada” cuando trata de convivir con otras personas en un clima de cercanía, normalmente impidiéndoles tener relaciones amorosas o amistosas duraderas y significativas.


En cuanto a las angustias de abandono, Green retoma a Freud (angustia por la pérdida del objeto). El sujeto siente una angustia intolerable cuando su objeto se aleja (temporal, física o afectivamente) aunque sea un poco. En los primeros momentos de vida la psique del infante y de la madre están confundidas, entonces, si ocurre una separación, se vive como un desgarramiento a nivel del self, vivencia que siguen teniendo las personas con esta clase de angustia independientemente de su edad. Al final, el más grande peligro es el de la muerte psíquica, pérdida de la realidad interna y externa y sentirse invadido por la nada; el vacío. Al igual que con su contraparte, en este tipo de angustia existe un deseo inconsciente pero de matar al objeto, de esa forma el sujeto se “liberaría” de las variaciones angustiantes (acercamientos-alejamientos) que el objeto le impone. Podemos pensar en personas incapaces de separarse de alguna pareja o amigo, o simplemente incapaces de estar solas.

Green dice que, con un trabajo psicoanalítico prolongado, estas personas se van tornando capaces de elaborar estas angustias y junto con ello, su funcionamiento psíquico se torna más estable e íntegro.


Bibliografía 
Freud. (1926) Inhibición, síntoma y angustia. Obras completas XX. Amorrortu
Green. (2003) Ideas directrices para un psicoanálisis contemporáneo. Amorrortu
J Bautista Navarro. (2016) Diccionario conceptual André Green. Lugar Editorial

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