---
Por Mauricio Ortega
Por Mauricio Ortega
Una mujer embarazada llega a un hospital, está a punto de dar a luz. Después de acomodarse en el cuarto asignado ella pide que le entreguen su bolso y de él comienza a sacar los materiales; lápiz labial, rubor, enchinador de pestañas y otras cosas que le ayudarán a lucir perfecta. Posteriormente ella da a luz a un bebé, goza de buena salud, es niña. Aquella madre, entusiasmada le pide a su esposo que se acerque a ella y a su bebé a quien sostiene en brazos, le pide a alguien más que con su teléfono tome una fotografía. Un minuto después las enfermeras en el cuarto no pueden hacer más que mirar con extrañeza cómo aquella recién nacida llora sin ser consolada, sostenida por uno de los brazos de la madre, mientras que ella y su marido parecen más fascinados por responder a los comentarios y reacciones que esa fotografía familiar ha generado en sus redes sociales…la niña aun llora.
Lo anterior surge de un proceso reflexivo y creativo, inspirado en un fenómeno que se hace cada vez más frecuente en algunos lugares del mundo: las madres se maquillan antes de dar a luz, para poder así subir una fotografía a las redes sociales donde luzcan perfectas. Algunos argumentan que esto les sirve para relajarse antes de la labor, pero yo pregunto: ¿Por qué elegir esta forma específica de calmar la ansiedad cuando existen muchas otras? Me parece que la respuesta radica en el narcicismo de la madre, pues al hacerlo, más que calmarse, lo que busca es la gratificación narcisista que obtiene a través de las redes sociales por medio de la imagen (de madre) que da en las mismas.
Imagen del artista Pawel Kuczynski
Pensemos ahora en Winnicott y Green, ellos hablan de “Preocupación maternal primaria” y “Locura materna” respectivamente. Ellos postulan que la relación entre un bebé y su madre es muy importante, el bebé recién nacido se encuentra en un mundo de estímulos incomprensibles, tanto externos (como la temperatura o el ruido) como internos (como el hambre y las emociones básicas). Este recién nacido no tiene consciencia de sí mismo, no tiene la capacidad psíquica de identificarse a sí mismo como una persona, entonces el bebé de los primeros meses de vida necesitará a alguien que se haga cargo de él de forma absoluta y dedicada.
La “Preocupación maternal primaria” y la “Locura materna” hacen referencia a una madre con la capacidad mental y emocional para poner toda su atención y capacidad de contención en su bebé, dejando su narcicismo de lado.
Al crear un vínculo afectivo con el bebé éste último podrá entender, al pasar de los días, que cuando la madre repite ciertos fonemas (su nombre) hace referencia a él mismo, digamos que se hará capaz de tener un sentimiento de existencia, de Ser; no es una masa de carne, es un ser humano, esa madre lo hizo sentir como tal, lo “humanizó” por medio de sus cuidados corporales y psíquicos.
Por supuesto que si la madre está volcada en sí misma, en su imagen, será difícil que ese bebé pueda realmente alcanzar un auténtico sentimiento de Ser, además de que, sin la contención, pueda quedar a merced de gran angustia por su incapacidad de lidiar solo con su nueva realidad fuera del útero.
No es sólo en relación madre-recién nacido en la que se puede presentar fenómenos similares. Pienso en una escena de la vida común, más abierta a la mirada de los otros a diferencia de aquella desarrollada al principio. Al visitar lugares como un restaurante he podido observar cómo niños pequeños, quienes hasta ese entonces comían tranquilos, comienzan a distraerse, a jugar con la comida, a hacer travesuras, pucheros y berrinches.
Algunos padres se desesperan, angustian o se enojan, lo pueden demostrar abiertamente o no pero uno puede intuirlo porque inmediatamente hacen uso de su teléfono inteligente para poner frente al niño algún video que lo distraiga. He visto como la madre (podría ser el padre también) y el hijo, ambos se convierten en criaturas mecanizadas: la madre comienza a alimentar al pequeño dándole cucharadas directamente en la boca, éste, sin siquiera mirar a los ojos de sus padres ya, abre la boca cuando percibe que la cuchara se acerca, toma el alimento y lo come, se repite el procedimiento, no deja de ver al teléfono.
El proceso de alimentar al niño se ha vuelto más eficiente pero me parece que algo se ha perdido. Ambos, el niño y la madre han dejado de vincularse emocional y psíquicamente, el niño ha perdido la oportunidad de relacionarse significativamente con su entorno, consigo mismo y con los otros-“¿Esto que estoy comiendo me gusta? ¿La temperatura es agradable? ¿Cómo me siento al estar aquí sentado mientras cómo esto y con estas personas?”-mientras que los padres pierden la oportunidad de conocer más a su hijo-“¿Qué fue lo que le hizo cambiar de actitud? ¿Está celoso porque no lo hemos mirado desde hace un rato? ¿Algo lo asustó? ¿Cómo le enseño a calmarse a sí mismo y tolerar el aburrimiento, el enojo o la angustia en momentos así?"-.
En este ejemplo los padres no parecen estar pudiendo tolerar la complejidad de emociones que le puede generar el tener un vínculo con su hijo, pues las relaciones humanas despiertan alegría, enojo, amor, frustración y muchas otras cosas. ¿Podría el niño tener dificultades para tolerar la complejidad de las relaciones humanas (amigos, parejas y familiares) en un futuro?
Imagen del artista Pawel Kuczynski
Bion habla de la relación Continente-contenido y la función Reverie para hacer alusión a la capacidad de una persona (la madre) para conectarse empáticamente con alguien más (el niño) y a través de ese vínculo ayudarle a procesar sus experiencias y emociones en algo tolerable y dotado de significado. Sólo con el tiempo el niño podrá hacer esa misma función consigo mismo.
¿Estos fenómenos tendrán relación con la creciente dificultad de los pacientes que llegan a consulta para formar y tolerar vínculos humanos? ¿En qué momento, nuestras carencias y dificultades emocionales se convirtieron en la base para el desarrollo de la tecnología, perdiendo ellas su finalidad como herramientas para ayudar a desarrollarnos plenamente como seres humanos y vincularnos más íntima y significativamente entre nosotros?
Bibliografía
Grinberg L., Sor D., Tabak de Bianchedi E. (1972) Introducción a las ideas de Bion. Nueva Visión
Green A. (2017) Pensar el psicoanálisis Amorrortu
Winnicott D. (1956) Escritos de pediatría y psicoanálisis. Paidós
No dudes en iniciar un tratamiento psicoanalítico.
Nos encontramos en varios puntos de la Ciudad de México.
Nápoles - Del Valle - Roma - Condesa
Coapa - Narvarte - Coyoacán - San Ángel
¡Agenda una primera entrevista y cuéntanos lo que te pasa!
Comunícate a través de WhatsApp a cualquiera de los siguientes números:
(55) 3275 1330
(55) 1395 9822
(55) 6173 7243
Comentarios
Publicar un comentario