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Por: Psic. Manuel G. Landeros
"De nuestras vulnerabilidades vienen nuestras fortalezas."Por: Psic. Manuel G. Landeros
Sigmund Freud
Como bien se sabe existen distintos tipos de violencia. Podemos iniciar este ensayo diciendo que la violencia, como comúnmente la conocemos, es la exteriorización de los impulsos agresivos que residen en la mente humana. Se relaciona inmediatamente a todo lo violento con lo físico, con los golpes y todas las transgresiones al cuerpo que lastiman y tiene una intención destructiva. Pero la manifestación de los impulsos hostiles humanos no se limita únicamente al terreno de lo físico, también de lo mental y emocional.
Cuando el otro es violento
Pensemos que generalmente podemos ver la violencia psicológica cuando viene dirigida como proyectil desde el exterior, es decir, cuando es otro quien ejerce su agresión sobre nosotros. Es cuando el otro nos grita, nos insulta o nos humilla cuando podemos percibir agresión psicológica, por ejemplo.
Algunas relaciones de pareja ejemplifican muy bien lo que es la violencia psicológica. Se puede ver como una de las partes minimiza, humilla, violenta al otro únicamente con palabras. Decimos entonces que hay agresión psicológica y emocional cuando, quien recibe los insultos y las agresiones, se vulnera, se siente lastimado, sobajado y, con el tiempo, comienza a creer que todo lo que dice el otro es una verdad absoluta; las personas se sienten menos, creen que son todo lo que el otro dice que son. La mente, el amor propio, se siente atemorizada o insignificante a través de las constantes agresiones psicológicas.
La violencia psicológica o emocional no únicamente se limita a las relaciones de pareja; podemos ver agresiones psicológicas todo el tiempo. El bullying es otro buen ejemplo de violencia psicológica. La violencia intrafamiliar incluye agresiones de tipo psicológico que fragmentan los lazos familiares sanos.
Cuando uno es violento
Uno puede pensar también que la violencia no siempre viene dirigida del exterior, también es común que la propia persona se violente a sí misma psicológicamente. En principio, cuando es agredido constantemente por otro, la persona se coloca en una posición de víctima que soporta constantemente la hostilidad de su agresor. Pareciera, en mucho de los casos, que el agredido no es capaz de poner límites que acaben con las agresiones externas; podría decirse que, en el caso de los adultos, la persona misma se violenta permitiendo constantemente las vejaciones y maltratos del otro.
El consumo de drogas o cualquier tipo de sustancia nociva para el cuerpo podría considerarse un tipo de autoagresión física y, más allá de eso, encontramos las justificaciones de las adicciones que algunas personas hacen evidentes todo el tiempo: "yo bebo porque mis parejas siempre me son infieles" o "bebo porque mi padre bebía". Estas justificaciones están en el terreno de lo psicológico y fungen como agresiones internas de tipo psicológico. Las personas no son capaces de tolerar los dolores de la vida y de hacerse responsables de lo que sienten, buscan llevar a cabo algo autodestructivo con pensamientos tóxicos y violentos.
Violencia y psicoanálisis
Desde la perspectiva psicoanalítica sabemos bien que dentro del ser humano hay una guerra interminable ente impulsos hostiles y amorosos. Lo agresivo es parte esencial del psiquismo humano; se piensa que la agresión sirve para destruir, en efecto, pero también, en cierto sentido, para protegernos de ser destruidos.
Fue Sigmund Freud quien comenzó a teorizar sobre los impulsos hostiles que residen en la mente humana y que se expresan de formas diversas. Con los años, los teóricos del psicoanálisis pudieron describir que la hostilidad se manifiesta todo el tiempo, en cada ser humano, sin importar edad, género u ocupación. Para el psicoanálisis las personas son hostiles cuando llegan tarde a una cita, cuando el bebé llora y no deja dormir a los padres, cuando rivalizan con otras personas, cuando se deprimen y se atacan a sí mismos con su tristeza profunda, cuando olvidan alguna instrucción, cuando son demasiado ordenados, cuando son demasiado desordenados, incluso cuando sonríen todo el tiempo. Las personas manifiestan su agresión a través de celos inconscientes, rivalidad, narcisismo, deseos amorosos, deseos destructivos, deseos sexuales, omnipotencia, proyecciones, identificaciones, etc.
No se trata de suprimir toda agresión pues sería imposible. La violencia hay que entenderla, aceptarla y usarla en beneficio propio y quizá de otros. Uno puede evitar ser violentado por otro si usa sus propios impulsos hostiles para enojarse demasiado con ese otro que nos insulta y poner distancia, quizá devolverle uno de sus insultos a manera de impulso para hacerle sentir que no estamos desarmados internamente, que hay agresión dentro de nosotros que nos acompaña y que puede defendernos.
El psicoanálisis enfrenta a las personas con sus impulsos hostiles inconscientes que se manifiestan en el transcurso del tratamiento. No permitas ningún tipo de violencia. Cuando la agresión es entendida y puede acomodarse dentro de nuestra mente, significarse, entonces no será necesario llevarla a lo destructivo real, sino quedarse en el área de la fantasía, del sueño, del pensamiento sin necesidad de salir proyectada constantemente hacia quienes nos rodean con el objetivo consciente de hacerles daño, de destruirles.
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