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¿Puedo hacer algo con el dolor que me dejó su ausencia?

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Por María del Carmen Oliveros Torres

El consultorio es un espacio donde se vierten muchas de las aflicciones que se presentan irremediablemente en la vida, no es el único lugar sin duda, pero es un espacio privilegiado donde estos dolores (emocionales, mentales y corporales) encuentran caminos de salida, de representación, elaboración, tomando la forma de palabras, pensamientos, imágenes, recuerdos; a veces toman figuras poéticas que se adueñan de metáforas que expresan lo que a veces no puede decirse con palabras concretas. 

Aquí el cuerpo comunica más allá de la voz y en un lenguaje propio, de movimientos y sonidos, transmitiendo la parte más primitiva de la mente esperando a ser traducida. 

Es justo donde se da la exploración individual, en un trabajo hacia el interior. El duelo es uno de esos dolores que se presentan a diario en el espacio analítico, la actividad se dirige entonces a un proceso de reconstrucción simbólica que le permita a las personas enfrentar el desafío que implica asumir la falta y recobrar la fuerza mental para seguir viviendo. 

De la artista Line Gulsett

La búsqueda incesante para minimizar el dolor, poder sobrellevarlo o incluso desaparecerlo es lo que incentiva en muchos casos a buscar la ayuda terapéutica; aunque a veces el dolor esté en un área totalmente inconsciente de la mente, por lo que antes de desplegarnos en un mundo de teorías hay que hacer una pregunta ¿quién no ha perdido algo valioso o a alguien a quien se ama?, ¿quién no ha sufrido una experiencia emocional que lo lleve a desafiar la fuerza interna? Hay momentos fundamentales o radicales en la existencia individual; a veces se conjuntan con las dificultades colectivas de la familia, de los amigos o la sociedad, derivando en un entramado del que se siente no poder salir, no lograr encontrar el camino; son momentos de desvalimiento y necesidad.

Es importante entonces traer la experiencia y decir con certeza que el dolor por la pérdida es inevitable, mientras se esté vivo. 

Pero esta frase no busca sentenciar a nadie, si no dar una luz, pensar que también es posible enfrentar la pérdida desde maneras tan diversas como personas hay en el mundo. Enfrentar la pérdida desde formas más sanas hasta otras más patológicas y dolorosas. Lo que es importante y menester decir es que el dolor es inevitable, se podrán usar mecanismos defensivos, como la negación, la manía, la escisión, etc., pero, de alguna manera, en algún punto, se le tendrá que hacer frente.

Ya Freud en Duelo y melancolía (1917) dio una base fundamental para entender procesos mentales que derivaron en dos caminos, como ya bien el título esclarece. El dolor que se siente ante la pérdida de lo que se considera valioso, tal como el amor, el trabajo, la muerte de un ser querido, el ideal, una mascota, etc., lleva consigo una reacción, tiene características similares en ambos caminos (el duelo normal y el duelo patológico), como el desinterés por el mundo exterior, la sensación de pérdida de la capacidad de amar, sentir que no se pueden hacer ciertas actividades cotidianas como trabajar, convivir con la familia, salir con amigos, etc. 

Es importante decir y poner especial énfasis en que la presencia de la disminución del amor propio traducida en reproches y acusaciones dirigidas hacia sí mismo, ofensas, minusvalía y culpa exagerada, son muestras claves para sospechar que el proceso de elaboración de duelo está complicándose. Esto último es muy importante de tomar en cuenta para la búsqueda de ayuda profesional, ya que existe el riesgo de que la búsqueda inconsciente de castigo sea exitosa. 

Home (De Line Gulsett)

Esta pintura maravillosa de Line Gulsett, artista noruega, puede ser un muestra del sentimiento que embarga a aquél que ha perdido y está sufriendo. Se exalta una escena de la vida cotidiana, tan sencilla como sentarse en el sofá del propio hogar, queda impregnada la perspectiva del sufriente donde el tiempo del reloj deja de existir, el tiempo ahora es difícil de medir; cuánto se puede aguantar con un dolor atravesando el ser. Pareciera que los minutos fueran más largos, contrariamente al paso del tiempo marcado en el calendario, al ver la rapidez del paso de los meses. 

La normalidad se cambia por algo más, por una lucha constante de encontrar sentido a lo que está allá afuera, a luchar porque esa cotidianidad deje de ser algo perturbador, que viene de la realidad como una imposición sutil, donde se obliga a aceptar que lo amado ya no está, que ha quedado en el pasado. 

El trabajo del duelo es ese esfuerzo diario por reencontrar ese sentido de la vida y la existencia misma. La cuestión de cómo se relaciona con la ausencia del objeto es primordial; se puede evadir o tolerar la frustración de dicha ausencia, esto último muchas veces se logra con un buen proceso psicoanalítico. 

Me gustaría cerrar con este poema de Alejandra Pizarnik, ya que el arte ha servido de mucho para darle palabras al dolor.

Cenizas

La noche se astilló de estrellas
mirándome alucinada
el aire arroja odio
embellecido su rostro
con música.

Pronto nos iremos

Arcano sueño
antepasado de mi sonrisa
el mundo está demacrado
y hay candado pero no llaves
y hay pavor pero no lágrimas.

¿Qué haré conmigo?

Porque a Ti te debo lo que soy

Pero no tengo mañana

Porque a Ti te…



La noche sufre.

De la artista Line Gulsett


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