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Del orgullo como obstáculo para el autoconocimiento

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Por Mauricio Ortega

Agradezco a Carmen Oliveros, sus comentarios pulieron esta reflexión

Los movimientos sociales e ideológicos suelen tener una cualidad disruptiva para la naturaleza de la cultura de la cual surgen, de esa manera se generan cambios culturales significativos que impactan en la subjetividad de los miembros de una sociedad. 

El liberalismo del siglo XVII y su idea de “progreso” señalaban que todo “avance”, aludiendo a lo moderno, era sinónimo de algo mejor, lo cual ha dejado una marca que ha perdurado hasta el día de hoy, tanto, que es común que las personas consideren que la cultura en la cual habitan sea siempre “más avanzada” que la de sus antepasados o la de sus contemporáneos (especialmente si la cultura de estos últimos es radicalmente distinta). Considero que el fenómeno mencionado deriva también de cierta arrogancia siempre presente en la naturaleza humana y al Darwinismo social: en una reciente ocasión en la que un conocido declaró que las religiones politeístas estaban “caducas”… ¡cual comida enlatada!

Así, y para conmemorar el mes del orgullo, mis reflexiones se dirigen justo al mismo y a los movimientos de la comunidad LGBT+ que lo conformaron como tal. Me parece importante resaltar, sobre todo, el inmenso valor que las contiendas de la comunidad han tenido para que se hagan valer los derechos humanos, lograr detener -o disminuir- la persecución y la discriminación no es una tarea fácil y eso es algo que nunca se podrá reconocer lo suficiente pues las luchas actuales por los derechos le deben su existencia y carácter a todas las acontecidas con anterioridad.

El sentido histórico de un movimiento, no puede separar el pasado de su presente y la proyección hacia el futuro, ya que cada tiempo ha luchado por el mejoramiento de las condiciones generacionales.


Ahora, no importa qué tan beneficioso pueda resultar un movimiento en cuanto que promueva la plenitud en alguna esfera de la vida de los individuos, es importante mantener siempre una postura crítica; postura que, a diferencia de como se suele pensar, lleva implícita una actitud de respeto pues presupone la potencialidad de un diálogo. Una postura crítica permite identificar postulados y características de cualquier movimiento (político, social, cultural y económico) que flaquean en facilitar la plenitud de determinadas áreas de la vida del sujeto, sea económica, en salud, emocional o de cualquier otro tipo, hay que aceptarlo, nada es perfecto.

Un postulado de la comunidad LGBT+ es el de que todo sujeto debe sentirse orgulloso de su identidad sexual (usaré “identidad sexual” para aunar la noción de identidad de género y orientación sexual) puesto que la diversidad sexual humana es potencialmente infinita y por ende no tendría que existir un marco de referencia que indique “lo que debería ser”. Ya desde principios del siglo XX, Freud había entendido que existen múltiples formas en las que la sexualidad humana puede manifestarse. Si bien es cierto que Freud mantuvo en su pensamiento (todos son hijos de su época) la noción de que la heterosexualidad era “la meta” de un desarrollo psicosexual ideal, no muchos saben de la mente abierta que mantenía, libre de prejuicios perniciosos frente a otras modalidades de expresión de la sexualidad. Poco conocida y citada es la carta que Freud escribe a la madre de un joven homosexual; él trata de tranquilizar a la mujer que se muestra claramente acongojada por la orientación sexual de su hijo. Me parece que en esa carta Freud trata de reinstaurar la dignidad del joven y de su sexualidad ¡¿No era Freud un hombre revolucionario?!


Gracias a que Freud fue un genio, descubrió (ente muchas otras cosas) la sexualidad infantil perversa polimorfa y la bisexualidad psíquica, ambas intrínsecas en todos los seres humanos, con lo cual fue capaz de entender esa capacidad de la psicosexualidad humana para manifestarse de múltiples formas. Freud rompe con las ideas de la moral victoriana en su tiempo.

A partir de diferentes factores y circunstancias los movimientos LGBT+ tuvieron que implementar y desarrollar diferentes formas de lograr aquello que Freud hizo a través de los descubrimientos psicoanalíticos: reinstaurar su dignidad de seres humanos y de su identidad sexual. Una de esas formas consistió en transformar aquello señalado como motivo de repudio y vergüenza en motivo de orgullo. Es interesante que este tipo de movimiento pueda encontrarse fácilmente dentro del consultorio psicoanalítico; los pacientes suelen hacerlo mucho, es una forma de calmar heridas narcisistas, llevando -en no pocas ocasiones- a posiciones o estructuras inflexibles, pues de no mantenerlo así la amenaza de que aparezca la angustia y vergüenza por la herida narcisista se asoma en el horizonte.

A partir de eso que se observa en el consultorio puede hacerse una analogía más directa y pensarse que algunas ideologías dentro de algunas comunidades y culturas se tornan rígidas para conjurar la vergüenza, angustia y sufrimiento vivenciados dentro de su historia (o bien, que se continúan vivenciando). Pensando particularmente en la comunidad LGBT+ se puede pensar que se crea un enunciado de intolerancia dogmática: “DEBES sentirte orgulloso de tu identidad sexual y NO está permitido dudar de ello pues te convertirías en aquellos verdugos que nos han perseguido y asesinado”.


Mis reflexiones aquí podrían dirigirse hacia distintos puntos, pero abordaré el postulado de aquellas ideologías que dicen que un ser humano nace con una identidad sexual o que la misma está suficientemente bien definida desde muy temprano en la vida (antes de terminada la adolescencia). Importante es señalar que, aunque ese tipo de ideología existe en la comunidad LGBT+ -más adelante abordaré la peculiar unión que se da entre ello y la noción de orgullo descrita más arriba- no es distintiva de la misma. Muchas comunidades, culturas y religiones a lo largo de la historia han adoptado esa misma idea.

El psicoanálisis y sus desarrollos han permitido comprender que cada identidad sexual es el resultado de la compleja interacción entre factores: culturales, transgeneracionales, intersubjetivos, intrapsíquicos y fisiológicos. 

Desde antes de haber nacido y a lo largo de los primeros años de vida todo individuo está inmerso en cada uno de los factores mencionados, a veces tomando una postura más pasiva y otras más activa frente a cada experiencia que pueda surgir de los mismos. En general, no es sino hasta el final de la adolescencia (entendida como una particular organización psíquica y no como un lapso de edad) que la identidad sexual de cada sujeto logra una suerte consolidación, por supuesto existen casos en los que no sucede así lo cual llevaría a reflexiones que exceden el objetivo de las presentes.


El proceso que implica el tratar de comprender los factores que dieron como resultado nuestra particular identidad sexual es en parte doloroso; y es que impone reconocer que los seres humanos no tienen la capacidad de construirse a sí mismos de forma omnipotente y omnisciente.

Podría imaginar un ejemplo de un hombre heterosexual que tal vez se sienta orgulloso de conquistar frecuentemente mujeres casadas o sostener múltiples parejas amorosas y sexuales al mismo tiempo. Tal vez si ese hombre entrara en un proceso psicoanalítico se daría cuenta que: 1. Tal vez es heterosexual porque su Edipo positivo prevaleció sobre el negativo, 2. Busca mujeres casadas porque no pudo renunciar del todo al amor por su madre, el cual busca consolidar ahora con mujeres que la representen y 3. Que el hecho de que tenga varias parejas sexuales y amorosas no surge de una “gran potencia” sino de una incapacidad para estar solo y de angustias de abandono muy intensas. Cada sujeto tiene su propia historia agridulce que conforma su particular desarrollo psicosexual.


Para acercarme al final de esta reflexión retomaré la soldadura que forman el orgullo con cualidad defensiva-inflexible y el postulado que dice que se nace con una identidad sexual determinada. Esta unión puede verse, por ejemplo, en culturas radicalmente patriarcales donde el tener un varón como primogénito es motivo de orgullo en sí mismo pues presupone que ese varón será “naturalmente” un heterosexual cisgénero. La comunidad LGBT+ no se exenta de cobijar esa soldadura ¿al lector no se le ha venido a la mente cierta cantante pop que interpreta una canción titulada “Born this way”?

La idea del “Born this way” apela a la fantasía de plenitud narcisista derivada de la sobreinvestidura de una construcción imaginaria de un self idealizado, cuando un sujeto (independientemente de su identidad sexual: hetero, homo, trans, etc.) la toma como una certeza conlleva entonces a la sofocación de toda posibilidad de descubrimiento puesto que impone una respuesta dogmática que lleva intrínseca la omnipotencia y omnisciencia imaginaria del sujeto: “soy porque siempre he sido quien soy, y puesto que estoy orgulloso de ello no tendría por qué cuestionármelo”.

Propongo entonces que toda identidad de género y toda orientación sexual sean motivo de intriga, una que lleve a un fructífero proceso de autocuestionamiento y enriquecimiento personal, antes que motivo de orgullo del tipo reactivo. Un profundo autoconocimiento deriva en un sentimiento más realista y flexible de autoaceptación y autoestima. 

Bibliografía:
Aberastury, A. y Knobel, M. (1988). “La adolescencia normal”. Buenos Aires: Paidós.
Dolto, F. (1984). “La imagen inconsciente del cuerpo”. España: Paidós.
Freud, S. (1905). “Tres ensayos de teoría sexual”. Obras completas tomo VII. Buenos Aires: Amorrortu.
__________(1917). “20ª Conferencia: La vida sexual de los seres humanos”. Obras completas tomo XVI. Buenos Aires: Amorrortu.
__________(1924). “El sepultamiento del complejo de Edipo”. Obras completas tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu.
__________(1925). “Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica de los sexos”. Obras completas tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu.
Green, A. (1997). “Las cadenas de Eros. Actualidad de lo sexual”. Buenos Aires: Amorrortu.
Klein, M. (1928). “Estadios tempranos del complejo de Edipo”. Obras completas tomo I. Buenos Aires: Paidós.
McDougall, J. (1995). “Las mil y una caras de Eros. La sexualidad humana en busca de soluciones”. Buenos Aires: Paidós.



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