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"Defiendo la postura de que el homosexual no es propiedad de un tribunal. Además tengo la firme convicción de que tampoco los homosexuales deben ser tratados como enfermos, ya que una orientación perversa está lejos de ser una enfermedad".
Sigmund Freud
En la actualidad existen instituciones y supuestos terapeutas que llevan a cabo un tipo de terapia llamada "terapia de conversión" o "de reorientación sexual". Ésta está sustentada en una técnica de dudosa procedencia que tiene como objetivo disolver la orientación homosexual en un individuo y encaminarla a una heterosexual.
Ninguna institución psicoterapéutica, psicológica, psiquiátrica o psicoanalítica seria acepta este tipo de terapias; al contrario, se rechazan pues su sentido es violento y poco ético. Aunque hay un compromiso de los supuestos terapeutas de "ayudar" a las personas, la realidad es que para la psicoterapia y las profesiones de la salud mental la ayuda a otros no se sostiene en objetivos como el de las técnicas de conversión.
La psiquiatría, la psicología y el psicoanálisis no consideran a la homosexualidad como una enfermedad. El mismo Sigmund Freud consideraba indignante que la homosexualidad fuese perseguida y castigada en algunos lugares del mundo. El psicoanálisis concibe a la homosexualidad como una parte universal de la estructura psíquica, es decir, todos los seres humanos poseen funcionamientos homosexuales conscientes, inconscientes o ambos.
Freud describe a las prácticas homosexuales como perversas; pero es importante aclarar que para el psicoanálisis el término perversión no es sinónimo de patología. Freud definió la sexualidad infantil como perversa y polimorfa; perversa porque su meta no es la reproducción sino la satisfacción de un deseo y polimorfa porque se ubica en distintas zonas del soma. Para el psicoanálisis un beso, una caricia o un abrazo tienen origen perverso, lo cual es necesario para poder llegar a la descarga sexual. No hay relación sexual sin un conjunto de prácticas perversas. Toda relación sexual tienen componentes sádicos y masoquistas, sin excepción, de lo contrario no sería posible llevar a cabo el acto sexual. Claramente, los extremos de lo perverso y las defensas que se utilicen en conjunto a las prácticas pueden acercarse a la patología.
Con base en lo anterior debemos concluir que la práctica sexual perversa (sexo anal, oral, etc.), en principio no es exclusiva de la comunidad homosexual y, en segundo término, este tipo de prácticas no se consideran patológicas desde lo psicoanalítico porque no existe ni vicio ni degradación del alma humana (psiquismo). Cuando la vida mental y externa se degradan no es a consecuencia de la homosexualidad sino de angustias primitivas que aparecen en ciertos individuos obligados a utilizar defensas desgarradoras y transgresoras. La homosexualidad no es causa de dichas degradaciones sino que se encuentra unida a una verdadera patología que en efecto merecería tratamiento.
Un tratamiento psicoanalítico no busca el cambio o la reorientación sexual sino el conocimiento profundo de los orígenes y la construcción de significados que ayuden a asumir los deseos y a tolerar las frustraciones de la vida. Si una persona deja de ser homosexual de pronto, uno podría preguntarse en un tratamiento analítico ¿qué es lo que esta persona repudia de sus deseos homosexuales y por qué? ¿se está defendiendo de algo terrible? ¿qué consecuencias traerá a su vida mental este cambio? ¿cambió por motivos propios o por la relación con su analista? Todo esto se transforma en interpretaciones que ayuden al paciente a comprender qué ocurre dentro de él o ella.
No aceptamos las terapias de conversión y pensamos que son prácticas hostiles e incluso patológicas. Busca tratamientos serios y profesionales si tienes duda de tu orientación sexual; puedes entender muchas cosas al respecto si acudes a un profesional calificado.
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