--- Por Mauricio Ortega “No creo que pueda entenderlo”, “todavía es muy chico”, “me preocupa que le pueda hacer mal”, esas son, en general, el tipo de respuestas que recibo de padres o cuidadores al preguntarles por qué no le han comunicado al niño una verdad que le concierne a su identidad, su historia, su cuerpo o su entorno familiar. Por supuesto, es comprensible que los padres se muestren muy angustiados frente a la idea de hablar con sus hijos acerca de temas escabrosos, temas que podrían hacerles sentir culpa o vergüenza . Conscientemente ellos sienten que es mejor evitar el tema o hacer uso de una mentira u omisión para no crearle conflicto o angustia, pero en la gran mayoría de los casos, lo que realmente ocurre es que los cuidadores proyectan en el niño su propia incapacidad para tolerar y elaborar la verdad. Françoise Dolto , psicoanalista francesa, quien se dedicó a trabajar de forma extensa con niños y adolescentes describió a lo largo de toda su obr...